Para terminar las prácticas decidimos hacer un mini-tour hacia el Norte para encontrarnos con gente: un amigo francés de Claudia en Fez y a Sokaina (compañera de la Uni desde primero) en Tánger.
Así que cogimos un tren a Fez de madrugada, cargando con nuestras amigas las cargadas mochilas de guiris.
Y cuando llegamos a Fez nos recibió un calor abrasador, de desierto, con una helada lluvia cayendo casi en horizontal por culpa de un fuerte viento. Un fuerte viento que nos hizo ir cubiertas, peleándonos contra todo el polvo y la tierra que levantaba.
Y así logramos llegar al Palacio, a pesar de que las direcciones que nos daban eran muy diversas: está muy lejos, está muy cerca, hacia la derecha, todo recto, hacia la izquierda...
No se podía pasar una cadenita que estaba muy lejos de la puerta. Así que nos tuvimos que conformar con tomar fotos desde la distancia...
Una pequeña sinagoga escondida en un callejón, donde era difícil llegar. Gracias a las estrellitas indicadoras de lugares de interés, retrocedimos a tiempo (sí, nos pasamos el callejón sin darnos cuenta) y pudimos disfrutar de la pequeña sinagoga, de sus riquezas y su rusticidad.
"Púlpito": Desde donde habla el rabino (Es que no sé si se llama igual en el judaísmo) |
Torá |
Seguimos visitando la medina, cubierta con banderas marroquíes y pancartas, carteles, pasquines... por el "sí" en el referéndum sobre la nueva Constitución.
Terminamos sin querer (como suele pasar con los buenos viajes: descubres rincones sin quererlo, lo que los hace más maravillosos) al lado de la muralla, a las puertas de un gran jardín... Magnífico: flores, verde, colores, luz, belleza, frescura...
Me entetuve lo mío cazando dragones... ^^ |
Mercadillo |
La entrada a la medina |
Mezquita |
O subirte a las azoteas de los curtidores, con la peste que eso conlleva, pero admirando el duro trabajo de estos hombres.
La ruta turística acabó en una herboristería a lo botica de la abuela gigante.
Proceso de fabricación de aceite de argán comestible y cosmético. |
¡Sigue a las estrellas! |
Tras un paseo nocturno por la parte nueva de la ciudad, cargando con las mochilas tras un día agotador, un paseo que se alargaba de media hora en media hora, llegamos a la casa de Jules, agotadas, pero con las fuerzas suficientes para ducharnos y hablar, hablar... sobre la realidad en Marruecos, sobre la vida de Jules, sobre...
Hasta que decidimos irnos a dormir y recuperar fuerzas. Y es que al día siguiente volvimos a recorrernos la medina.
Esta vez empezamos por la madrasa, la escuela coránica. Sí, extrañamente, podíamos entrar, aunque no fuésemos musulmanes, previo pago de entrada, obviamente, y sólo para ver el patio. Pero valió la pena. Con la ayuda de la guía de Claudia, as always, pudimos conocer cómo estudian los taliban (estudiantes del Corán, ¡descontextualizad, leñe!)
Luego rodeamos la mezquita unas cuantas veces, porque las estrellitas no son tan buenas guías como parecen... Pero pudimos espiar por diferentes puertas, ya que aquí sí que no podíamos entrar...
Tras esta pequeña incursión en la intimidad de la mezquita y de grabar a los músicos sin pagar, seguimos maravillándonos con la belleza de Fez. A pesar de que muchas tiendas estaban cerradas, por ser viernes, pudimos ser tentadas por la comida expuesta, por algunos souvenirs... Pero, sobre todo, pudimos quedarnos boquiabiertas por las maravillas de la arquitectura que veíamos en rincones insospechados.
A mitad de camino se nos acopló un tío, con lo que terminamos con guía, que nos hizo dar vueltas por la medina, hasta que le entró en la cabeza que ya habíamos visto a los curtidores, el museo Nejarinne y demás cosas que nos quería enseñar...
Así que subimos al monte, a ver las tumbas. No son gran cosa, porque son ruinas y no se diferencia mucho, pero el simple hecho de subir ahí hizo que nos costase menos resistirnos a su oferta de comer en su casa. Y allá que fuimos. Y comimos, merendamos... Y recibimos un masaje que no acabó muy bien...
Fuimos a ver un riad (hotelazo con patio, artesanía marroquí... precioso). Nos recorrimos todas las plantas, admirando cada habitación, cada detalle...
Y terminamos despidiéndonos bruscamente del guía, que quizás nos vio cara de permiso de residencia español, porque estuvo muy frío desde que no le dejamos ir más allá...
En el tren de vuelta, descansamos, leímos (como siempre) y jugamos con la pequeña viajera de enfrente... ^^
Y llegamos por la noche a Tánger, a ver a Sokaina... pero eso será en el próximo post.
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