Se acaba la temporada… se acaba el curso, los exámenes, el Thyssen… y los micro-relatos… éste es el último que he escrito, la semana pasada… y espero tener más tiempo el curso que viene y, aunque no lo oiga, poder seguirlo desde Internet…
No me di cuenta cuando lo titulé (es el primero que titulo), pero el título quiere decir tantas cosas… es el final de muchas cosas, pero también el comienzo de otras tantas…
En cuanto a la temática (primera vez que hablo tanto sobre un micro-relato)… siempre me atrajo esa temática… y no sé si influye el que en ese momento estaba rematando mi ruta del Thyssen (sobre la búsqueda del Paraíso en el Arte, la ascensión, la caída, la muerte…), y el estar esperando el concierto de Las Ventas… pero la música siempre está presente… y sobre todo la de ÉL…
Os dejo con el micro-relato… y la canción…
No me di cuenta cuando lo titulé (es el primero que titulo), pero el título quiere decir tantas cosas… es el final de muchas cosas, pero también el comienzo de otras tantas…
En cuanto a la temática (primera vez que hablo tanto sobre un micro-relato)… siempre me atrajo esa temática… y no sé si influye el que en ese momento estaba rematando mi ruta del Thyssen (sobre la búsqueda del Paraíso en el Arte, la ascensión, la caída, la muerte…), y el estar esperando el concierto de Las Ventas… pero la música siempre está presente… y sobre todo la de ÉL…
Os dejo con el micro-relato… y la canción…
…Y AL FINAL
Llovía afuera y yo sin paraguas. Pero me daba igual. Me gustaba la lluvia. Me gustaba sentir el agua caerme encima, correr por mi pelo, mi cara, mis brazos desnudos…
Levanté la cara hacia el cielo y, con una sonrisa triste, recibí esa agua celestial en mi rostro.
Sí, me gustaba la sensación del agua en mi piel. Cerré los ojos y, tarareando un viejo blues, di vueltas, despacio, con los brazos abiertos. Entonces entoné: “…y al final quiero verte de nuevo contenta, sigue dando vueltas si aguantas de pie…”
Lo estaba, contenta y dando vueltas bajo la lluvia.
Melancólica, pero contenta dando vueltas bajo la lluvia.
Entonces, por fin, vi la luz.
Llovía afuera y yo sin paraguas. Pero me daba igual. Me gustaba la lluvia. Me gustaba sentir el agua caerme encima, correr por mi pelo, mi cara, mis brazos desnudos…
Levanté la cara hacia el cielo y, con una sonrisa triste, recibí esa agua celestial en mi rostro.
Sí, me gustaba la sensación del agua en mi piel. Cerré los ojos y, tarareando un viejo blues, di vueltas, despacio, con los brazos abiertos. Entonces entoné: “…y al final quiero verte de nuevo contenta, sigue dando vueltas si aguantas de pie…”
Lo estaba, contenta y dando vueltas bajo la lluvia.
Melancólica, pero contenta dando vueltas bajo la lluvia.
Entonces, por fin, vi la luz.
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