Rutinariamente cambio sus pulseras identificativas: rosa por amarillo, amarillo por azul, azul por rojo, rojo por naranja, naranja por rosa, rosa por azul, azul por naranja, naranja por amarillo… Es una rutina aleatoria: así nunca sé qué noticias llegarán adónde, no me dejo influir. O al menos no lo hacía, porque hoy, al llevar a cabo mi rutina, se ha caído uno de los mensajes, y al recogerlo del suelo no he podido evitar leerlo. Busqué la paloma correcta y mandé a otro al paro por mí.
a las personas no hay quien las entienda, será que a lo mejor les resulto tan extraño como ellos lo son para mí
jueves, 28 de octubre de 2010
Correo cruzado
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